Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación.Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, Desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.
Salmo 90: 1-2 (RVR60)
Es algo maravilloso que Dios habite entre nosotros y que podamos recibir su Palabra y también brindarnos de alguna forma entre nosotros porque su Espíritu que está aquí, ¡Sí aquí está el Señor! De ese modo nos vamos a transferir una y otra vez esa fe. Ustedes no saben cuánto me han hecho bien transfiriendo la fe que tienen en su corazón que muestra claramente como vale la pena levantarse y seguir adelante, y esto se repite de una generación a otra generación.
Este es un texto que empieza el libro cuarto de Los Salmos, algunos dicen que corresponde a la peregrinación en el desierto, es el único texto, el único salmo que, aunque es controvertido en algunas opiniones, es un salmo de Moisés.
Pastor Hugo Herrera
Moisés fue llamado por Dios para guiar al pueblo desde Egipto hasta Canaán, la tierra prometida. Esta travesía duró 40 años en los que atravesaron todo tipo de peligros, no eran guerreros experimentados sino gente común, familias enteras caminando en pos de un futuro que el Señor ya había preparado, pero que debían conquistar.
Indudablemente el Todopoderoso se reveló como un hogar, un lugar de protección, un refugio seguro.
Una y otra vez experimentaron Su provisión y cuidado constante. Su persona garantizaba la llegada a la meta.
Cuando el patriarca escribe el salmo 90 tenía bien claro que la ayuda de Dios no comenzó a partir del éxodo de Egipto, sino que formaba parte de un plan eterno que se transferiría de una generación a otra.
El Dios del que hablaba Moisés y que se había revelado como refugio seguro y acompañado durante toda su vida y también a través de generaciones.
Reconoce, por lo tanto, que el Señor tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre quienes lo aman y obedecen sus mandatos.
Deuteronomio 7:9 (NTV)
Podemos tener la certeza de que Dios siempre cumplirá su pacto de amor y salvación y que esa alianza continúa por las décadas y abraza a padres, hijos y los hijos de los hijos. Lo hizo con Abraham y continúa a través de la historia hasta llegar a nosotros hoy.
En medio de la inmediatez que nos rodea, de la falta de propósito y sentido, de la desesperanza y apatía que podemos palpar todos los días apenas salimos de casa, el mensaje de Moisés y otros hombres y mujeres de la Biblia nos recuerdan por medio de sus historias que nuestro Dios es un Dios de futuro, cuyo gobierno trasciende la temporalidad y permanece de generación en generación.
Sin embargo, tú, Señor, tú gobiernas por siempre. Tu trono permanece de generación en generación.
Lamentaciones 5:19 (PDT)
Si hablamos de generaciones Sara y Abraham habían recibido una promesa del Señor que les había prometido descendencia tan numerosa como las estrellas, pero el tiempo pasaba y se iban poniendo viejos como dice la canción. Entonces a Sara se le ocurrió una idea, un pequeño empujoncito para que pudieran ser padres, en la cultura de la época era algo totalmente aceptable y válido. El único inconveniente era que Dios no le había pedido que ella obrara de acuerdo a la cultura del momento, en lugar de eso le había dicho que Él les daría un hijo.
Humanamente es muy difícil hacer planes a largo plazo. La velocidad de los cambios suele desestabilizarnos. Todos en algún momento tenemos nuestros altibajos en la fe, aunque hayamos recibido abundantes pruebas de la fidelidad y el cuidado de Dios y tengamos promesas anidadas en nuestro espíritu. Ante la urgencia de encontrar soluciones a los problemas que nos aquejan ensayamos respuestas, improvisamos para salir del paso o creyendo que estamos haciendo bien metemos la pata. Esto no es nuevo.
Hoy el Señor te invita a trascender los criterios de inmediatez que propone esta coyuntura social y afirmarte en la convicción de que Papá sigue gobernando nuestras vidas porque vos y yo le pertenecemos porque somos parte de sus generaciones.

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