Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento.  Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios, quien es el que hace crecer.  El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios

1° Corintios 3:6-9 NVI

(Énfasis del autor)

Mi hija está aprendiendo nociones de huerta agroecológica, mal llamada orgánica.  Comenzó un pequeño huerto en nuestro terreno y constantemente está buscando información para que sus verduras crezcan mejor. 

En una página especializada en el tema encontró valiosa información e inmediatamente vino a comentarme lo que había descubierto.

Hay plantas que si las ponemos cerca una de otra se “ayudan” mutuamente. 

El proceso se llama asociación de cultivos favorables. Por ejemplo, es bueno poner cebollas junto a zanahorias porque la cebolla repele a la llamada mosca de la zanahoria, una plaga que produce daños significativos en este cultivo. El artículo continuaba mencionando que otras plantas asociadas entre sí, potencian el sabor y el crecimiento de aquellas con las que conviven y que existen cultivos que tienen diferente velocidad de crecimiento, por lo tanto si ponemos por ejemplo lechuga, que crece rápido, en el espacio libre que hay hasta que crece la col, aprovechamos el espacio y no hay competencia entre ellos. También es sabio poner leguminosas en la tierra donde primero se cultivaron verduras más voraces y exigentes que suelen agotar el terreno, ya que le aportan nitrógeno y otros nutrientes que perdieron antes.

Además de conocer estos datos es importante tener paciencia, no todas las verduras crecen a la misma velocidad, ni necesitan el mismo espacio para crecer, ni tienen las mismas plagas que las debilitan. El tiempo sumado a los cuidados adecuados que provienen del conocimiento ayudan a poder obtener la cosecha deseada.

Vos dirás ¿Qué tiene que ver esto con los cristianos?

Durante estas semanas estuve pensando en nosotros, la iglesia, el pueblo de Dios y en cómo podemos seguir estableciendo Reino en los tiempos que nos tocan vivir. Como mencioné antes, constantemente Jesús compartía con los suyos profundas verdades espirituales a través de ejemplos de la agricultura ya que ese era el medio de vida principal de la gente de su tiempo.

El apóstol Pablo también utiliza estas figuras para hablar de la iglesia. En el texto de Corintios viene hablando de que unos plantan, otros riegan, pero el crecimiento lo da Dios, lo hace en un contexto donde hace referencia a la inmadurez y favoritismo por determinados líderes que se daba en la congregación a la que escribe la carta.

El apóstol a continuación dice que somos “el campo de cultivo de Dios” la versión Reina Valera dice “labranza de Dios” o sea somos esa tierra que Papá está cultivando, con ese criterio nos puso unos junto a otros.

En nuestra comunidad hay “cebollas” que son fuertes frente a determinadas plagas que pueden afectar a las “zanahorias”, hay “lechugas” que crecen rápido y permiten además espacio para que las “coles”, que son más lentas, puedan desarrollarse.

Todos y cada uno tenemos asignado un lugar que nuestro Perfecto Sembrador nos ha dado.

En este tiempo de virtualidades, donde parece que estamos lejos, seguimos íntimamente ligados en el Espíritu. Es importante que la fe que nos une nos permita también animarnos a descubrir en la comunidad a aquellos que son más fuertes en algunas áreas con las que estamos teniendo dificultades y acercarnos a ellos para buscar orientación y ayuda. Simplemente podemos preguntarles: “¿Cómo hicieron para tener victoria en esas áreas?”. O pedirles apoyo en oración…

La Biblia nos recomienda orar unos por otros, y seguramente lo hacemos, pero si podemos acercarnos a otra “planta” que tenga raíces fuertes en la oración seguramente seremos bendecidos. Esto es un camino de doble vía. Somos llamados a “dar de gracia” lo que antes recibimos.

Hay muchas necesidades o dificultades que probablemente no te animarías a contarle a cualquier persona y es bueno que así sea, pero en este tiempo te animo a que descubras a tu “cebolla” a la “leguminosa”, que puede aportarte nutrientes para ayudarte a tomar fuerzas y a hacer vos eso mismo por otros, seguramente podrás ser la que defiende a otro de la plaga, la que da espacio para que el potencial de otra crezca o la que nutre y riega… El crecimiento lo dará Dios.

Es un hecho, pero hay una parte de la tarea que todos nosotros podemos hacer.

Mónica Lemos

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