El más valiente

Yo te pido que seas fuerte y valiente, que no te desanimes ni tengas miedo, porque yo soy tu Dios, y te ayudaré por dondequiera que vayas.

Josué 1: 9 TLA

 

¿Conocés la historia de Josué? La Biblia nos cuenta que era el mejor alumno y discípulo de Moisés, así que cuando su maestro y jefe del pueblo de Israel fue muy ancianito, Josué tuvo que quedarse a cargo de todo el trabajo y guiar al pueblo, que era muy muy grande, caminando por el desierto.

 

El trabajo era muy muy difícil, y Moisés había sido un muy buen líder, por eso Josué tenía que hacer su mejor esfuerzo.

 

Dios sabía lo complicado que era ese trabajo así que habló con Josué y le dijo que sea muy valiente y siga adelante, aunque sea difícil.

Además, le prometió que lo iba a ayudar en todo lo que tenía que hacer y lo cumplió.

 

Muchas veces, los grandes y los chicos, tenemos que hacer cosas complicadas y necesitamos ser muy valientes para no achicarnos. Los exámenes, las inyecciones y otras cosas nos hacen… temblar un poco. Pero no tenemos que olvidarnos que Jesús nos prometió ayudarnos y hacernos más valientes.

 

Podemos equivocarnos y seguro no todo nos salga bien, pero tenemos que seguir intentando hasta lograrlo.

 

Cuando algo te resulte difícil de hacer, no escuches tus propios pensamientos diciéndote que no vas a poder, seguí intentando hasta que puedas lograr lo que te propusiste.

 

El cuento que hoy te comparto me gustó mucho porque  me hizo recordar a Josué, el alumno valiente de Moisés.

 

El león temeroso

 

El tercero de los cuentos cortos para reflexionar nos habla acerca del miedo. Comienza en una hermosa sabana africana, en donde un león se había perdido de su grupo. Llevaba ya 20 días caminando de un lado para otro y no encontraba a los suyos. Tenía hambre y sed, pero también mucho miedo al verse solo.

Por fin divisó un estanque de agua fresca. Inmediatamente corrió hacia él con todas sus fuerzas. Estaba muerto de sed y necesitaba a toda costa tomar un poco del líquido vital. Sin embargo, al llegar a la orilla vio sobre las aguas la imagen de un león sediento. Entonces se retiró. “El estanque ya tiene dueño”, pensó.

Esa noche se quedó cerca de allí, pero no se atrevía a ir de nuevo al estanque. Si aparecía el león que era dueño del lugar, seguramente lo atacaría por meterse con su propiedad. Y él no estaba en condiciones de enfrentarse a nadie. Pasó un día y el sol quemaba.

Ya era tanta la sed, que el león decidió arriesgarse. No aguantaba más. Así que se acercó cautelosamente al estaque y al llegar a la orilla vio de nuevo al león. Era tanta su sed que no le importó. Metió la cabeza para tomar el agua fresca. En ese momento, el león desapareció: había estado viendo solo su reflejo. Así son los miedos: desaparecen cuando los enfrentamos

 

Anónimo

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